Biografía
No se cuenta con más detalles sobre la vida de Pedro que los que recoge el Nuevo Testamento, excepto por algunos documentos de Clemente Romano que tratan de los últimos años de su vida. De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; estaba o había estado casado, puesto que la curación de su suegra se recoge en los evangelios sinópticos (Mateo 8:14-17, Marcos 1:29-31, Lucas 4:38). Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido una hija.
Pedro fue incorporado al grupo de los apóstoles a principios del ministerio de Jesús en Galilea. Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras haberse contado ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús invitó a los dos hermanos a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.
Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la Biblia, fueron testigos de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:1). Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8:29) recibiendo de Jesus el apelativo de Pedro (piedra) sobre la cual edificaría su Iglesia (Mateo 16:13-20).
Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser seguidor de Jesus. Aún cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27). Luego de la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17, Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él.
Pedro, pintura de El Greco
Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había sido especialmente atendido por Jesús (en Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro), los testimonios no son siempre coherentes. El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1:15-26) y quien es examinado públicamente por el Sanedrín (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42), tras invocar el nombre de Jesus cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén, además de emprender misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea y de estar presente en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús se extiende también a los gentiles. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el que bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe, el Centurión Cornelio y a su gente (Hechos 9:31).
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones (1Corintios 1:12).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.
Cuestiones en torno a la llegada a Roma
Antiguamente, la Iglesia Católica aceptaba como verdadera la tradición, atribuída a Jerónimo de Estridón (340-420), que afirmaba la llegada de Pedro a la ciudad de Roma en el año 42, haber fundado la Iglesia en esa ciudad capital y haber sido el primer obispo de ella hasta su muerte en el año 67. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX, tras el notable avance de la Filología bíblica y la Arqueología bíblica, esta tradición ha sido casi totalmente abandonada. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que en la Biblia sólo se narran acontecimientos de la vida de los apóstoles hasta el año 60 d.c.
Del mismo modo, aunque existe debate sobre la fecha en que Pedro arribó a Roma (en torno al año 63 para algunos), hay acuerdo casi unánime en que los escritos patrísticos (respaldados por convincentes pruebas arqueológicas) no se equivocan al afirmar que el apóstol más respetado de la Iglesia Católica, sufrió el martirio en la ciudad de Roma no antes del 64 y no después del 67.
No se cuenta con más detalles sobre la vida de Pedro que los que recoge el Nuevo Testamento, excepto por algunos documentos de Clemente Romano que tratan de los últimos años de su vida. De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; estaba o había estado casado, puesto que la curación de su suegra se recoge en los evangelios sinópticos (Mateo 8:14-17, Marcos 1:29-31, Lucas 4:38). Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido una hija.
Pedro fue incorporado al grupo de los apóstoles a principios del ministerio de Jesús en Galilea. Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras haberse contado ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús invitó a los dos hermanos a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.
Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la Biblia, fueron testigos de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:1). Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8:29) recibiendo de Jesus el apelativo de Pedro (piedra) sobre la cual edificaría su Iglesia (Mateo 16:13-20).
Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser seguidor de Jesus. Aún cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27). Luego de la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17, Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él.
Pedro, pintura de El Greco
Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había sido especialmente atendido por Jesús (en Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro), los testimonios no son siempre coherentes. El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1:15-26) y quien es examinado públicamente por el Sanedrín (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42), tras invocar el nombre de Jesus cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén, además de emprender misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea y de estar presente en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús se extiende también a los gentiles. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el que bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe, el Centurión Cornelio y a su gente (Hechos 9:31).
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones (1Corintios 1:12).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.
Cuestiones en torno a la llegada a Roma
Antiguamente, la Iglesia Católica aceptaba como verdadera la tradición, atribuída a Jerónimo de Estridón (340-420), que afirmaba la llegada de Pedro a la ciudad de Roma en el año 42, haber fundado la Iglesia en esa ciudad capital y haber sido el primer obispo de ella hasta su muerte en el año 67. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX, tras el notable avance de la Filología bíblica y la Arqueología bíblica, esta tradición ha sido casi totalmente abandonada. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que en la Biblia sólo se narran acontecimientos de la vida de los apóstoles hasta el año 60 d.c.
Del mismo modo, aunque existe debate sobre la fecha en que Pedro arribó a Roma (en torno al año 63 para algunos), hay acuerdo casi unánime en que los escritos patrísticos (respaldados por convincentes pruebas arqueológicas) no se equivocan al afirmar que el apóstol más respetado de la Iglesia Católica, sufrió el martirio en la ciudad de Roma no antes del 64 y no después del 67.
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