lunes, 9 de marzo de 2009

los padres de la iglesia

Se llama Padres de la Iglesia a un grupo de pastores y escritores eclesiásticos, obispos en su mayoría, de los primeros siglos del cristianismo, cuyo conjunto doctrinal es considerado fundamento de la fe y de la ortodoxia en la Iglesia

inoducción
La importancia de este grupo de escritores radica en su doctrina en conjunto: son los puntos en común entre ellos los que se toman en cuenta. Sus enseñanzas tuvieron gran peso en el desarrollo del pensamiento y la teología cristiana según su interpretación de la Biblia o las Sagradas Escrituras, la incorporación de la Tradición y la consolidación de la Liturgia. Los Padres de la Iglesia a menudo tuvieron que dar respuesta a cuestiones y dificultades morales y teológicas en medio de un ambiente convulsionado por persecuciones externas y conflictos internos producidos por herejías y cismas de la Iglesia post apostólica.
El título de «Padres» para este grupo aparece desde el siglo IV, tal como puede observarse en las palabras de san Basilio: «Lo que nosotros enseñamos no es el resultado de nuestras reflexiones personales, sino lo que hemos aprendido de los Padres».
Una primera lista oficial de los Padres de la Iglesia fue hecha por el papa Gelasio I.
Al estudio y análisis de la obra de estos importantísimos escritores de los primeros tiempos de la Iglesia se le llama Patrística. Al estudio de la vida y persona de los Padres se le llama Patrología. Estas dos ciencias han establecido una clasificación por generaciones y procedencias culturales para facilitar una comprensión más exacta del desarrollo de la teología cristiana.

Padres Apostólicos Desde el siglo XVII se llama Padres Apostólicos a aquellos Padres que tienen cercanía inmediata con los apóstoles, por lo que cronológicamente se ubican en el siglo I y primera mitad del siglo II. Sus escritos son respuestas a comunidades eclesiales en forma de cartas, documentos o recomendaciones, la mayoría de contenido moral antes que doctrinal, por lo que su estilo es sencillo y directo, ya que iban dirigidas a comunidades con situaciones específicas.
Entre estos escritores se cuenta a Clemente de Roma, san Ignacio de Antioquía, Papías de Hierápolis, san Policarpo de Esmirna y, entre los escritos sin autor conocido, la Didaké, la Carta a Diogneto y el Pastor de Hermas.

Los Apologistas cristianos
A partir de finales del siglo III se pierden los testimonios directos de la vida de Jesús y de la época apostólica con la muerte de los discípulos de los apóstoles. Los escritores sagrados, desde la muerte de esta generación, solo tuvieron el testimonio de las Sagradas Escrituras, y de la Liturgia y la Tradición mantenida en cada una de las Iglesias particulares. Estas primeras generaciones de escritores cristianos aún vivieron en la persecución y se les conoce como «Apologistas» por la defensa que hacían del cristianismo frente a gentiles y otras doctrinas de la época. Entre ellos destacan san Justino, san Ireneo de Lyon, san Hipólito de Roma, Novaciano, Tertuliano; formando la Escuela de Alejandría, Orígenes –el padre de la Teología–, san Panteno, san Cipriano y san Clemente; y, de la Escuela de Antioquía, san Luciano.
La inclusión de unos autores, bien como Apologistas, bien como Padres de la Iglesia, depende más bien de criterios de estudio, que por razones generacionales.

Los Grandes Padres de la Iglesia En principio, la denominación de Padres de la Iglesia se guardó para cuatro grandes personalidades de la Iglesia oriental, a los que se agregaron otros cuatro de la occidental:
Los cuatro grandes Padres griegos son:
San Atanasio el Grande
San Basilio de Cesarea
San Gregorio Nacianceno
San Juan Crisóstomo
Y los cuatro latinos:
San Ambrosio de Milán
San Agustín de Hipona
San Jerónimo de Estridón
San Gregorio Magno
Pero habitualmente se conoce como Padres de la Iglesia a una serie más amplia de escritores cristianos, que va desde estas generaciones (siglo III) hasta el siglo VIII, y que se caracterizan por la ortodoxia de su doctrina, santidad de vida y el reconocimiento de la Iglesia. Su edad de oro fueron los siglos IV y V y florecieron tanto en Occidente, donde escribieron en latín, o en Oriente, donde lo hicieron en griego e incluso en siriaco, copto, armenio, georgiano y árabe. En sus obras se sirven de la cultura griega y latina para explicar con gran profundidad y claridad los misterios cristianos.

Padres orientales También conocidos como Padres Griegos, aunque no todos ellos escribieran en esa lengua. El más antiguo de ellos es san Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, que tuvo un papel relevante en el Concilio de Nicea I. Luego destacan los «grandes capadocios», título común de los hermanos Basilio de Cesarea (329-389) y Gregorio de Nisa (335-394), así como su amigo Gregorio de Nacianzo (†389), quienes escribieron abundantemente contra la herejía arriana.
En la parte oriental del Imperio romano se desarrollan posteriormente dos escuelas teológicas muy importantes alrededor de los patriarcados de Antioquía –cuyo principal representante es san Juan Crisóstomo (344-407), patriarca de Constantinopla, célebre por sus homilías– y Alejandría –con san Cirilo (380-444), defensor de la maternidad divina de María en el Concilio de Éfeso–.
El ciclo de los Padres orientales lo cierra san Juan Damasceno (675-749), agudo teólogo que, además de luchar contra el maniqueísmo y la superstición, anuncia casi cinco siglos antes la incorporación del Aristotelismo a la filosofía cristiana.

Padres occidentales También conocidos como Padres Latinos o Padres de la Iglesia de Rito Latino. El primero de los grandes Padres occidentales fue san Ambrosio de Milán (333-397), compositor de grandes himnos y persona muy influyente; bautizó al que iba a ser el mayor de todos ellos, san Agustín de Hipona (354-430), figura cumbre de la historia cristiana y de la Humanidad. San Jerónimo (342-420), insigne cultivador de la historia y de la Sagrada Escritura, nos dejó su célebre Vulgata, la Biblia traducida directamente del hebreo y del griego al latín.

Isidoro de Sevilla, por J. Alcoverro (1892, Madrid).
La Iglesia de Occidente cuenta también entre sus Padres a dos Papas, a los que se les atribuye el apelativo de Magno, León I (†461) y Gregorio I (540-604) y al padre del monacato occidental san Benito de Nursia. Además varios obispos de las Galias, como Cesáreo de Arlés (470-543), formulador del Dogma de la Gracia, Gregorio de Tours o Hilario de Poitiers; el gran grupo de los Padres hispánicos, en el que destacan Osio de Córdoba, Martín de Braga y los hermanos Leandro (†600) e Isidoro de Sevilla (560-636), autor de la primera enciclopedia cristiana, las Etimologías; y, cerrando el ciclo, el inglés Beda el Venerable (673-735), continuador de la obra sapiencial del Doctor Hispalense.
En adición a los cuatro padres tanto de la Iglesia oriental como la occidental, la patrística estudia la obra de otros muchos escritores cristianos que han recibido igualmente el título de padres de la Iglesia. La abundante obra de estos escritores sigue siendo a través de los siglos lectura obligada y referencia segura en el planteamiento de las ideas y enseñanzas de la Iglesia católica aún hoy en día.

Lista de los Padres de la Iglesia En la siguiente tabla aparecen los principales Padres de la Iglesia ordenados alfabéticamente y con su fecha de muerte entre paréntesis.
Padres Griegos
Padres Latinos
San Andrés de Creta (†740)
San Ambrosio de Milán (†397)
Afraates (siglo IV)
Arnobio (†330)
San Arquelao (†282)
San Agustín de Hipona (†430)
San Atanasio el Grande (†373)
San Benito de Nursia (†550)
San Atanasio sinaíta (†700)
San Cesáreo de Arlés (†542)
Atenágoras de Atenas (siglo II)
San Juan Casiano (†435)
San Basilio Magno (†379)
San Celestino I (†432)
San Cesáreo de Nacianzo (†369)
San Cornelio (†253)
San Clemente de Alejandría (†215)
San Cipriano de Cartago (†258)
San Clemente Romano (†97)
San Dámaso (†384)
San Cirilo de Alejandría (†444)
San Dionisio (†268)
San Cirilo de Jerusalén (†386)
San Enodio de Pavía (†521)
Dídimo el Ciego (†398)
San Eucherio de Lyon (†450)
Diodoro de Tarso (†392)
San Fulgencio (†533)
San Dionisio el Grande (†264)
San Gregorio de Elvira (†392)
San Efrén de Siria (†373)
San Epifanio (†403)
San Gregorio Magno (†604)
Eusebio de Cesarea (†340)
San Hilario de Poitiers (†367)
San Eustacio de Antioquía (†siglo IV)
San Inocencio de Roma (†417)
San Firmiliano (†268)
San Ireneo de Lyon (†202)
Genadio I de Constantinopla (siglo V)
San Isidoro de Sevilla (†636) (Considerado el último de los padres occidentales)
San Germano (†732)
San Jerónimo (†420)
San Gregorio de Nacianzo (†390)
Lactancio (†323)
San Gregorio de Nisa (†395)
San Leandro de Sevilla (†600)
San Gregorio Taumaturgo (†268)
San León Magno (†461)
Hermas (siglo II)
Mario Mercátor (†451)
San Hipólito (†236)
Mario Victorino († h. 382))
San Ignacio de Antioquía (†107)
San Martín de Braga (†579)
San Isidoro de Pelusio (†450)
Minucio Félix (siglo II)
San Juan Crisóstomo (†407)
Novaciano (†257)
San Juan Clímaco (†649)
San Optato (siglo IV)
San Juan Damasceno (†749). (Considerado el último de los padres orientales)
Osio de Córdoba (†357)
San Julio I (†352)
San Paciano (†390)
San Justino (†165)
San Pánfilo (†309)
San Leoncio de Bizancio (siglo VI)
San Paulino de Nola (†431)
San Macario (†390)
San Pedro Crisólogo (†450)
San Máximo el Confesor (†662)
San Febadio (†siglo IV)
San Melitón de Sardes (†180)
Rufino de Aquileya (†410)
San Metodio de Olimpo (†311)
Salviano (siglo V)
San Nilo el Viejo (†430)
San Siricio (†399)
Orígenes (†254)
Tertuliano (†222)
San Policarpo de Esmirna (†155)
San Venancio Fortunato (†610)
San Proclo (†446)
San Vicente de Lerins (†450)
Pseudo Dionisio Areopagita (siglo VI)
San Serapión (†370)
San Sofronio (†638)
Taciano (siglo II)
Teodoro de Mopsuestia (†428)
Teodoreto de Ciro (†458)
San Teófilo de Antioquía (siglo II)

1 comentario:

Mike Atnip dijo...

Hola:
Quisiera anunciarle la recién publicado Diccionario de la iglesia primitiva. Creo que le servirá de bendición. Un saludo, Miguel